Tarde o temprano
Soledad lo estaba buscando y su ansiedad crecía. Sus rodillas rebotaban frenéticas debajo de la mesa mientras su inconsciente recorría posibles escapes. Los cigarrillos se amontonaban. Un remolino de olor ráncio y profundo cubría el caserón. Qué hacer, dónde ir, cómo escapar. Se escondió detrás del gran televisor, pero eso no bastaba. Buscó refugio en su nueva y amplia cocina, pero la ansiedad ganó otra vez. Vagó por restaurantes y bares de moda y no era suficiente. Al volante de su BMW partió rumbo a la playa. Si no podía huir al menos olvidar. Consumió éxtasis y agua al ritmo obsesivo de la música para sentirse, al menos un rato, lejos de esa angustia.

Al final ella lo encontró. Compartieron una piecita en almagro, oscura y sin ventanas, casi vacía. Después lo mató.
oleo: gentileza de Susana Bonet
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